Odile Rodríguez de la Fuente

El ligalismo es un movimiento biomimético que aplica los principios que rigen la Vida a nuestra forma de descifrar nuestra experiencia de la existencia y sus misterios. Aunque algunos de nuestros más sobresalientes genios, como Leonardo Da Vinci, aplicaron el ligalismo a su creatividad, la humanidad parece haberse anclado al orden, el reduccionismo y la linealidad para tratar de comprender un universo complejo y sistémico en esencia. ¿Cómo es posible que pretendamos descifrar lo que somos y lo que es, a través de un prisma que rechaza y suprime la esencia de la existencia? Quizá porque solo estamos aprendiendo a utilizar el prodigioso don de la conciencia y el raciocinio. Quizá porque cuando uno apenas empieza a usar una herramienta nueva, solo ve la herramienta y no más allá de ella.
Yo creo que sobre la humanidad se cierne un nuevo capítulo, un punto de inflexión en el que puede que seamos capaces de adentrarnos en la madurez y dejar atrás una pubertad azarosa y desligada. Donde no nos asustemos de admitir otras fuentes de sabiduría como son la intuición, la emoción y la sensibilidad como partes de un todo que apenas zozobra si es desposeído de sus atributos.
En un universo complejo y sistémico, donde las propiedades emergen de la interacción entre las partes —y no de ellas—, donde lo que priman son los procesos y las relaciones, el ligalismo por fin ofrece un prisma adecuado a través del cual expresar nuestra experiencia de la realidad. La relación entre disciplinas y saberes, entre formas de indagación y expresión ofrece un firmamento de posibilidades. De inspiración y de creatividad emergente que sintonice con todo lo que somos, ligado íntimamente a todo lo que es. Se acerca una nueva era donde el ligalismo nos ayudará a estar un paso más cerca de la plenitud.

Bióloga, defensora y divulgadora ambiental

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